到着 ~ Llegando

Realmente era un pillo. Me había dado a la fuga una semana dejando a cargo de todas mis responsabilidades a mi mejor amigo solo para poder disfrutar de unos días en esa tierra natal que amaba y tan poco conocía. Un viaje que recordar, conocí a familiares que jamás había visto, los lugares nocturnos se me habían dado bien y qué decir de las atracciones diurnas. Cada minuto le disfruté. Ahora, de regreso en Venecia me preparaba para los regaños y otros líos que podría acarrear mi fuga.

Vestía con pantalones de cuero ajustados y decorados con cadenas que colgaban de un lado a otro, en una de las piernas llevaba estampado el logo de Rammstein, una de las bandas alemanas que admiraba. Llevaba una camiseta algo desgarrada de color negro y con una calavera decorándola. Un collar con la cruz anj y un par de pulseras. La chaqueta, del mismo material de los pantalones iba entre mis brazos, había un buen clima, por tanto no tenía la necesidad de llevarla puesta.

Con la maleta en la otra mano me dispuse a salir en busca de un taxi que me llevara a casa pero encontré una leve distracción. Tan pícaro como el solía ser, di un vistazo a los turistas que salían de los desembarques. Observé a cada uno buscando alguien que pudiese ser útil para distintos fines, guiándome meramente por la apariencia física.

A paso decidido avance hacia una chica con el cabello extremadamente largo, deteniéndome frente a ella – Mi Nombre es Messi Ahstray y me interesas. – Solté sin más, con una sonrisa de galán y con mis orbes ocultos bajo los oscuros lentes que llevaba puestos, casi como si fuera una estrella excéntrica. – Si es tu primera vez en la ciudad, permíteme ser tu guía, honey~

No traía mucho en mente pero la cabellera y la mirada infantil y perdida de la chica había sido suficiente para captar mi atención, ahora, tocaba descubrir qué clase de habilidades tenia y que tanto podría hacer con la chica. En esos momentos no pensaba en alguien que agregar a la lista de empleados, claro, en esos momentos ni siquiera sabía su nombre, mucho menos había escuchado su voz.

Me tomó un par de segundos hacer un proceso completo al nombre. No tenia costumbre a sociabilizar con asiáticos (Muchos son demasiado tímidos para alguien como yo). Tomé su diestra y con delicadeza deposite un beso sobre la palma de su mano, sonriendo ampliamente – Es un placer, Cariño~ - Musité jugando con las palabras al soltarla.

- No seas tan formal, no es necesario y es bueno saber que ya he ayudado a solucionar un problema – Claro, las maletas serian un lio para ambos pero nada que no pudiese solucionar a la mitad del camino. De alguna manera, era de esos que maquinaban según avanzaban, no hacía mucho por adelantado – Entonces, sígueme. Te llevare a conocer la ciudad.

Comencé a avanzar, esperando que siguiera mi tranquilo paso, curioso por saber más de aquella chica que se mostraba algo tímida y quién sabe si asustada. No es normal que alguien, con las fachas que llevaba, se acercara con tal confianza a un desconocido que acaba de divisar.

- Pero antes, dime, ¿Qué es lo que te ha traído a este lugar tan lejos de tu hogar? – Recordó que Liebe también provenía de tan lejos, aquella amiga suya que por desgracia trabajaba para el británico retrasado y sin talento. – Y también, ¿Qué edad tienes?

Las excusas y regaños podrían esperar un par de horas. Tardaría más en volver al café pero haría que valiese la pena.

- ¿Desconocida hasta para ti? – solté una ligera risa, sorprendido y divertido ante tal comentario. Era casi como caminar a ciegas en especial en un país tan distinto al natal. La cultura, los lugares y el idioma, todo es diferente y venir a ciegas no es algo que se pueda considerar como inteligente. – Jaja, No te pongas nerviosa, cariño~ - Comenté entre risas – Puedes preguntar cuánto quieras, lo más probable es que yo haga lo mismo. Pues yo tengo 21, como ves, nuestra diferencia de edad no es tan grande así que vamos con más confianza.

Posé mi mano sobre su cabeza acariciándola con suavidad. No es malo estar nervioso pero no me considero una persona a la cual se le pueda temer y solo soy intimidante en cosas más específicas como los negocios y el sexo.

- Pues… soy de nacionalidad alemana pero he vivido casi toda mi vida aquí. Además, no podría llevarte a conocer si yo mismo no conociera la ciudad sería tonto, ¿No crees?

La salida del aeropuerto era enorme y siempre concurrida, los taxistas buscaban de un lado a otro un cliente al cual llevar, en especial turistas perdidos a los cuales sacarles más dinero. Busque con la mirada a uno de los tantos conocidos, después de todo era común que viajara de un lado a otro ya sea por negocios o por placer. Jale, con toda confianza, a la menor para llegar frente a este.

- Benito, mi amigo~- Llame de manera enérgica frente a él - ¿Nos llevarías a la ciudad? – El taxista, no hizo más que sonreír, creo que lo que más me agradaba de ese hombre era lo mudo que llegaba a ser – Adelante, señorita – Abrí la puerta del vehículo, invitándola a pasar – Yo dejare las maletas atrás, así que solo sube~

- No son molestias, para nada – Agregue mientras dejaba las maletas en la parte trasera. Comencé a creer una vez más que las asiáticas eran algo extrañas. Demasiado tímidas y era tan sencillo avergonzarlas con cosas tan insignificantes. Tan contrarias a las italianas, llenas de vitalidad y con personalidades fuertes y poco contenidas.

Estaba a punto de entrar al auto cuando la escuche gritar. Pestañeé un par de veces mirándola con asombro antes de lárgame a reír, terminando por sentarme a su lado.

- Que linda eres~ - Dejé salir apenas conteniendo la risa – No te preocupes, no te preocupes. No eres una carga ni nada parecido, ya te dije, me interesas y esto podría ser mi excusa para conocerte. – Cuando cerré la puerta el automóvil partió con rumbo al centro de la ciudad – Y… aunque seas como una gatita perdida estaré feliz si puedo cuidar un poco de ti, cariño – Era coqueto de naturaleza, no podía evitarlo, le llevaba en la sangre. Me incline un poco hacia la chica y bese con suavidad su mejilla – ahora relájate, ¿Si?

No era por llenar de esperanzas o algo así. Como gran parte de mi vida la había pasado en esta ciudad tena varias costumbres italianas implantas, entre ellas esa poca vergüenza y aquel poco concepto de espacio personal acompañado de la confianza que autoimponía incluso con desconocidos. Retomé mi lugar en aquel automóvil, sin esperar muchas reacciones de la contraria.

En el fondo, me gustaba causar estragos en otros. Me reconfortaba saber que con simples miradas o pequeñas acciones era capaz de revolver completamente la cabeza de otros, en especial si eran dulces señoritas que probablemente querría devorar. Pase de ese pensamiento al oírla gritar una vez más. Una vez más, le mire con sorpresa, no esperaba tal reacción, sinceramente creí que callaría por un rato o algo parecido.

- Una cafetería… claro, claro, te llevare a una de las mejores, por no decir la mejor de la ciudad – Mire al conductor y le sonríe con complicidad – Ya sabes a donde llevarnos, ¿No?

Desde cierto punto era caminar a la muerte, después de todo, había huido hace una semana y seguro Elliot me mataría al verme pero no podía perder la posibilidad de llevar a la chica a disfrutar de los manjares que ofrecemos en Ashtray. Quizás se percataría de mi vinculo con la cafetería al ver el nombre pero ya vería que hacer.

- Cariño… ¿Cómo planeas ganarte la vida en la ciudad? – De pronto, vi una posibilidad, todo dependía de la respuesta de la menor. Como no aprovechar a semejante dulzura en la cafetería. Claro, si no tenía talento podía desarrollarle alguno, era cosa de práctica y bien animado me sentía como para comenzar a “practicar” algunas cosas.

- Entonces, literalmente has llegado sin planes… es interesante – Sonreí ampliamente, no es como si no hubiese notado el cambio anímico de la chica pero no se me daba el consolar a otros, me parecía empalagoso, por ello, siempre buscaba como evitarlo – Dime… ¿Qué sabes hacer? ¿Tienes alguna habilidad? ¿En qué puedes desarrollarte?

Estaba algo emocionado con aquella “noticia”. Si analizaba la situación desde una perspectiva laboral, la chica a simple vista cumplía con un par de requisitos. Era linda, de buenas piernas, delgada, cabello extravagante y bien cuidado, labios delgados y ojos amplios y tan llamativos como ella misma. Si bien, no me guiaba solo en el físico de alguien para su contratación ella llevaba cierta ventaja. Incluso sin experiencia alguna, tenia posibilidades de contratarla de igual manera, asignándole labores fáciles, además de aquella labor que volvía tan exclusiva la cafetería.

- ¿Cuáles son tus sueños? – Encuesté recordando el comentario de la chica. ¿Esos sueños seria la razón de su llegada al país? Muchas personas, que abandonaban sus hogares buscaban un mejor porvenir, quizás ella no era la excepción al caso.

El taxi, avanzaba rápido, nos encontrábamos a un par de minutos antes de terminar el inicio del recorrido.