Contabilidad… En realidad es un lio…

No podía dar una respuesta clara de cómo había llegado a eso. Quizás la inercia del momento o simple estupidez; después de todo, la noche anterior había sido algo alborotada y poco había dormido. No tenia quejas ni razones para quejarse al fin a cabo era su culpa, por eso mismo le gustaban tanto las italianas (e italianos), tenían algo especial, eso no lo dudaba ni ponía a prueba. Ardientes, eróticas y tan activas. No te aburres y luego deseas continuar. Y lo más importante, siempre dispuestas a todo tipo de juegos sucios. Eso podría ser lo único que destacaría de esta raza, por el resto de las cosas, siempre se destacaban por ser tan nacionalistas e irritantes, gritones y medio idiotas y hasta vagos.

Había llegado desde aquella habitación de motel directo a la cafetería. No había descansado más allá de una o dos horas como mucho; paso directo a las duchas y tomo un largo baño, para despejarse y obviamente limpiarse. Con lo preparado que era, tenia ropas de cambio, en caso de que esto pasara (No era la primera vez que se encamaba con alguien y venia directo a la cafetería; hace un par de días había pasado por lo mismo). Se cambio las ropas con tranquilidad sin preocuparse de la hora o de lo cansado que se sentía (Valla que había sido larga su noche).

Al llegar a su oficina, se sentó frete a su gran escritorio (tamaño exagerado pero le gustaba), miro a su alrededor pensando que podría hacer para no quedarse dormido. Aunque tenía una cama en la oficina (con el propósito de vagar descaradamente en horario laboral), no quería dormir aun. Hoy era uno de esos días donde “mein liebe” colapsaba con información. Estaban a cosa de días de cerrar todo sector contable, quedar en buenas con el fisco, entre otras cosas que requerían tiempo, salidas y malos ratos. Durante estos días, se preocupaba de quedarse ayudando de una u otra manera a su amigo; no podía cargarle todo (Aunque le pagara por eso).

Por eso mismo, había cometido tal estupidez. En su intento por ayudar se había hecho un lio. Pensaba en cómo podría alivianar la carga, lo más fácil era el libro de ventas. Solo ingresar datos y sumar. Mientras pasaba datos sus ojos se cerraban más y más, su mano se movía por inercia. Termino golpeándose la cara contra la mesa cuando el sueño le había ganado. Despertó de golpe, quejándose por el dolor. Miro el cuaderno y pensó inmediatamente en donde esconderse.

De alguna manera, entre su dormitar continuo “escribiendo”, La hoja estaba llena de rayones raros y and aparecidos a letras y la suma final era una especie de sonrisa.

- Me van a matar… - Susurro mirando con espanto los distintos rayones que habían en toda la hoja. Si hubiese sido un cuaderno común, con arrancarla bastaría. Pero los libros contables… un error en esa escala significaba doble o triple esfuerzo del común.

“Si salgo vivo y sin daños morales… no volveré a tomar uno de estos libros en estas condiciones” – Suspiro resignado. Hoy le gritarían.

Su cambio fue bastante rápido. Pasar de esa dulce sonrisa tan típica en él a ese enojo bien dirigido. No era algo tan raro, en especial con esa doble personalidad que tenía el mayor; cada uno se contradecía de manera increíble y aj quien no lo supiera solo creería que Elliot estaba loco. No lo estaba, Messi no creía eso.

- M-Mein L-L-Liebe - pronuncio a duras penas al verlo molesto. Claro, no había otro culpable que el mismo y no tenia como liberarse de ello. Tenía el lápiz a su lado y como siempre es el único que entra libremente al despacho. Müll… esta vez si la había cagado y tenía que asumir la responsabilidad. Lo bueno, era que incluso enojado lo había llamado por Messi y no por su nombre completo. Esa sería una señal horrible.

Pero ni idea de cómo recompensaría el doble de trabajo que le había ocasionado al peli azul. Hubiese sido mejor meterse a la cama y quedarse ahí por horas. No sería carga de nadie. Pero ya que, ya paso, ya había rayado el libro y estaba arruinado.

- E-Elliot lo siento, solo quería ayudarte un poco pero no me di cuenta que medio dormido seguía rayando – Mirando al otro, preocupado – D-Déjame recompensarte, con lo que quieras. ¡No volveré a tomar tus libros! – Se puso de pie y camino a un lado del chico, arrodillándose a su lado – De verdad lo siento – Poniendo unas expresiones algo idiotas, demostrándole a su amigo que si sentía el arruinar los libros, como siempre.

Quizás… ese siempre debió dejarle alguna lección, pero no había caso con el alemán; cuando se le metía en la cabeza nada se lo sacaba hasta que lo completara, sin importar si resulta bien o mal, todo lo llevaba hasta las últimas. Seguramente por esto estaba en el lugar que tenia ahora. Por eso terminaba peleándose por idioteces o arruinando las cosas a su alrededor, Por eso mismo lo único que siempre había tenido había sido a su amigo; Porque no había ninguna otra relación que le importara conservar como esta.

No importaba las veces que le regañara, no importaba si sabía que solo era pasajero, no importaba si sabía que era meramente culpa propia. No podía evitar sentir que su corazón era rebanado por la fría mirada de su amigo, por su voz o incluso con ese entrecejo fruncido. Dios… solo Dios sabia cuanto quería a su amigo.

- Si… - Pronuncio cabizbajo caminando hacia la apuntada cama. Se tiro en ella y se quedo bajo las sabanas mirando como su estresado amigo arreglaba lo que había arruinado.

Incluso el cansancio que sentía se había perdido. Debajo de las sabanas mirada como escribía y escribía el peliazul… Se sentía cada vez peor y no quería hablar, quien sabe cómo le respondería, no era la primera vez que arruinaba las cosas al tratar de ayudarlo. En la escuela, varias veces trato de dárselas de genio y arruino tareas en informes complejos de su amigo, hasta había pisado al gato en su intento de huida perfecta… trago saliva.

- L-l-l-l-lo Siento, Lo siento mucho – Dijo poniéndose de pie con rapidez y saltándole encima, seguro ahora si lo golpeaban pero no importaba – Déjame ayudarte, lo hare bien, no volveré a arruinarlo, pero no me odies, no te enojes, no me mires así –Sin querer soltarse ni alejarse.

¿Qué haría si en algún momento lo perdiera? Sabía que no importaba cuanto se disculpara, no importaban las veces que dijera que no lo repetiría… volvería a pasar. Porque así es él. Así siempre había sido, así siempre será y no hacia mucho por cambiarlo. Igual, quizás mañana se moría o algo así.

Comenzó a besuquearlo. No sabía cómo quitarle la ira, hasta pensaba que lo haría enojar mas al hacerle perder el tiempo así. Estaban cerrando el mes y ya le andaba con niñerías, pero de alguna manera tenía que relajarlo. Odiaba verlo tenso y estresado, hasta podía ver cómo le salía el humo por las orejas cada vez que se le subía el estrés a la cabeza y si no se desquitaba con el culpable, seguro la agarraría con todo el que se le cruzara. Que escándalo tendrían allá afuera.